Domingo 12 de julio de 2015
OPINIÓN
La profusa manifestación celebrada el pasado fin de semana en Madrid, con motivo de la celebración del día del orgullo gay (¿?), pero, especialmente, el sometimiento de la clase política y una gran parte de la sociedad ante tan despechada demostración, es la prueba inequívoca de nuestra decadencia. No hace falta apelar a razones históricas, como referencias de comportamientos, sino a la humillante aceptación generalizada, encabezada por los representantes sociales y políticos para constatarlo.