Martes 09 de septiembre de 2014
La actual presencia judía en Melilla data de hace ciento cincuenta años. La antigua Rusadir presenta actualmente un aspecto multirracial y pluricultural pues, como he mencionado en alguna ocasión, cualquier visitante de la ciudad española en el Norte de África puede presenciar y ser testigo de escenas de la rutina diaria en la que estén implicados un musulmán, un judío, un cristiano y un indio.
La Asociación cultural Men Guímel, que dirige mi amigo Mordejay Guahnich, centrifuga de alguna manera las actividades culturales y promocionales de esta comunidad y protagoniza esta conmemoración con la puesta en marcha de un apretado programa, cuyo desarrollo tendrá lugar durante los próximos meses, desde septiembre de este 2014 hasta octubre de 2015, según nuestro calendario, y que se corresponde con el año 5775 del calendario hebreo. Parte de estas actividades tendrán lugar en la misma ciudad de Melilla y parte se realizarán fuera, y el objetivo es mostrar un mosaico de la cultura española laborado por la presencia del pueblo sefardí.
No desvelo ningún secreto si les anticipo mi admiración por la ciudad autónoma de Melilla, a la que he visitado en los dos ocasiones en los últimos años, y la obligación “moral” (permítanme que entrecomille) de los españoles peninsulares de visitar en alguna ocasión nuestras ciudades en África y, si se puede, islas adyacentes.
El empeño de la Asociación Men Guímel resulta ambicioso porque contempla varios objetivos. Unos son de naturaleza histórica, al conmemorar los 150 años de presencia permanente. Melilla fue el primer enclave español elegido por los sefardís, o judíos españoles expulsados en la época de los Reyes Católicos, tras aquel suceso; pero también este proyecto tiene connotaciones culturales porque la efemérides cuenta con diversas actividades literarias, que incluyen un recital poético en ladino, o judeo-español, y en la haketía hablada en Tetuán por muchos de aquellos sefardíes expulsados; conferencias, mesas redondas, seminarios, talleres en los que se expondrá una completa visión de la ésta cultura. Historiadores, investigadores universitarios y especialistas tratarán sobre temas históricos y la gastronomía, esa gran desconocida, estará presente a través de algunos de los platos más emblemáticos ( una canción sefardí, de música medieval española, narra las siete formas de preparar las berenjenas), y en la que la repostería destaca con luz propia. La gastronomía forma parte importante de las celebraciones en el calendario hebreo.
La comunidad judía de Melilla ha pasado, en estos ciento cincuenta años, por diferentes trances. Alcanzó su época de mayor esplendor hacia la década de los años 30 del siglo pasado, con más de siete mil miembros. Actualmente, el censo muestra un cifra que ronda los ochocientos individuos, muy activos en el comercio de la ciudad y con vocación inequívocamente melillense y española. Seis sinagogas actas para el culto se reparten actualmente a sus feligreses, pero cabe recordar que en otros tiempos llegó a haber 19 Tefilot (sinagogas o Bet Hekeneset). Un colegio, el Talmud Torá, es el primero de su clase instalado en España desde que en 1492 Isabel y Fernando firmaran el decreto de expulsión. La huella urbana de la presencia sefardí en Melilla tiene como exponente el cementerio de San Carlos, el primero con que contaron a su llegada, y en una barriada, y el recorrido por las calles de la ciudad autónoma de Melilla o un vistazo rápido a la guía telefónica evidencia la presencia de estos españoles de religión hebrea.
Especialmente importante es el proyecto SEFAMEL, cuya directora es la historiadora madrileña María Elena Fernández Díaz. El proyecto, impulsado por la Asociación Men Guímel, mantiene varias líneas de investigación sobre la llegada de aquellos judíos de origen sefardita a la ciudad de Melilla la Vieja, su asentamiento, sus preferencias a la hora de ubicarse, la apertura de las primeras sinagogas etc. Una labor considerable de búsqueda y vaciado de documentos en los archivos oficiales y el tesón del trabajo en el día a día han permitido documentar la vida de los hebreos en Melilla desde el año de 1864. Fernández Díaz se ha convertido en embajadora de la cultura sefardí melillense y su presencia en distintos eventos culturales en España y en otros países resulta imprescindible para la divulgación de sus estudios y conclusiones.