Por
Honorio FEITO
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honoriofeitogmailcom/12/12/18
lunes 26 de enero de 2015, 12:28h
La victoria unánime, absoluta, de Syriza, la coalición de izquierdas que dirige Alexis Tsipras, en Grecia, aunque esperada, supone un revulsivo en el panorama político de una Unión Europea que no tiene de unión más que el nombre.
El antagonismo entre el Norte y el Sur se evidencia, ahora con más acento, y el triunfo de este partido griego, y de su líder, se tomará como referencia en el caso de España con Podemos y Pablo Iglesias.
Muchos de los gurús de los medios y políticos españoles ya lo han anunciado. Se ha utilizado a Podemos, y a los miembros de la cúpula de mando, como armas arrojadizas para enmendar una situación creada por la desidia, el abandono, el abuso, el despilfarro, la humillación, el insulto, el desprecio y la chulería al pueblo español por parte de sus políticos. El mirar para otro lado, la suficiencia con que algunos otros han preferido “pasar” (entrecomillado, por favor), la evidente incapacidad de terceros para plantarse y la falta de moral y ética devenida desde algunas otras altas instituciones, conforman el panorama que, además, va más allá del aspecto económico.
Pero Podemos no es el antídoto a la situación creada. A ella no se ha llegado de la noche a la mañana, sino a través de un proceso largo –treinta y siete años, en este caso- de golpear sistemática e incesantemente contra el armazón de una sociedad, de un pueblo, hasta idiotizarlo, empobrecerlo, reducirlo y secuestrarlo.
Los privilegios de la casta política, cuya acusación abandera un cínico al que acompañan otra media docena de mentirosos, no llevan a un país a la ruina económica, y al abatimiento, pero es cierto que el cuidado de las formas es un ejercicio moral necesario para no herir a quien se exige un precio muy alto por algo que no ha provocado.
En el caso de España, no hace falta ser experto, ni manejar cifras macroeconómicas, para saber que, por encima de planes, el fiasco de nuestra economía, que es una de las causas de nuestra situación, tiene su principal responsabilidad en la clase política. Consentir pagar más de lo que se ingresa; que los gobiernos autonómicos se gasten el dinero público en televisiones, oficinas de representación y otros anhelos separatistas, sin control alguno, para luego demandar millones de euros con los que poder tapar sus deudas; reventar las entidades de crédito públicas, como eran las cajas de ahorro; mantener una infraestructura administrativa propia de una potencia mundial o amasar un cuerpo administrativo para justificar cargos y dispendios…
No es un problema de gasto, solamente, sino de mala administración, que es peor.
A la hora de ahorrar, el más mínimo derroche que se pueda evitar es importante, pero lo que ha hecho la clase política(la mayoría de cuyos miembros no han gestionado siquiera un puesto de chuches,) lleva a la ruina a cualquier país, aunque se trate de una potencia mundial. Y no es el caso.
Pero el daño va aún más lejos. El surgimiento de Podemos es una clara y evidente muestra de la dejación de los políticos, travestidos en personalidades de la Administración del Estado, y sus consecuencias sobre uno de los sectores estratégicos más delicados, como es la Educación y sus instituciones (planes de enseñanza, centros educativos, universidades…), y podríamos encontrar ejemplos similares en otros sectores. Han dejado las migajas de su fiesta para contentar a los hambrientos, y en lugar de enseñarles a pescar, simplemente, ese ente que llaman el Estado del Bienestar, cuyo término sería discutible, les ha dado una ración de pescado para llenarles es estómago y aplacarles la conciencia.
Oí una vez a un sacerdote avisarnos del peligro del cuarto mundo; aquel que no tiene espacio físico; que convive con ricos y pobres; que ocupa territorios en todos los continentes; que actúa con más maldad y es implacablemente más egoísta y frío. La obra del diablo, sin duda.