Grecia y su oráculo
Por
Honorio FEITO
x
honoriofeitogmailcom/12/12/18
miércoles 18 de febrero de 2015, 17:08h
Los oráculos del negocio del turismo han conseguido algunos efectos verdaderamente logrados. Recuerdo haber sido testigo de uno de ellos cuando, allá por la década de los años ochenta del pasado siglo, asistí a un espectáculo singular de luz y color en la Acrópolis, y de su templo estrella, el Partenón, del siglo V antes de Cristo, construido para la diosa Atenea.
Luz y color, y música con el sólo pero de una voz en off que sonaba en inglés. ¿Y por qué no en griego?, pregunté, porque nadie lo entendería, me respondió uno de los responsables. Aquel espectáculo estaba pensado para turistas. Era entonces ministra de Cultura del país heleno la actriz Melina Mercuri.
Años más tarde, durante un viaje a Londres, pude visitar otra parte de la Acrópolis en el famoso e impresionante British Museum, al contemplar los frisos arrancados del Partenón, que lord Elgin, (Thomas Bruce), se llevó entre 1801 y 1805, enriqueciendo la colección del Museo Británico, que se completa con otras obras, también sacadas de la Acrópolis, como las piezas del Erecteión, el espectacular templo que luce sus columnas, en forma de mujer, llamadas cariátides, destruido durante las revoluciones liberales entre 1821 y 1823, germen de la independencia griega, y piezas de los Propileos y del templo de Atenea Nike.
Se quejan los griegos del desconocimiento generalizado que se tiene de la historia contemporánea de su país, y tienen razón. Olvidada –sólo a efectos históricos- la Grecia clásica, el territorio fue ocupado, desde 1453, por el imperio otomano, y no despertaría de esa ocupación hasta que en 1821 tuvo lugar un movimiento revolucionario de corte liberal que tendría, como consecuencia, la declaración de independencia. Pero para llegar a este punto, tuvieron que darse algunas circunstancias concretas. Por un lado, el enriquecimiento y desarrollo de una burguesía griega, surgida en el exterior, que fue capaz de monopolizar el comercio marítimo, enlazando los puertos de Egipto, y sus cereales, con otros del litoral otomano y ruso. En segundo lugar, la presencia de jóvenes estudiantes en países de la Europa occidental, en contacto con las nuevas corrientes, especialmente el liberalismo, surgidas de la Ilustración y, finalmente, la influencia de la revolución ocurrida en España el 1 de enero de 1820, en Las Cabezas de San Juan, que tuvo al más adelante general Rafael del Riego como protagonista.
El vehículo ideológico que propició la revolución fue, como he dicho, el liberalismo, apoyado en las sociedades secretas; el modelo, la revolución liberal española; los protagonistas, militares que actuaron a título individual, muchas veces de forma precipitada, pero que consiguieron, a través de esos frustrados intentos, crear unestado de ánimo favorable. AlexandrosIpsilantis, un oficial del ejército zarista, hijo del príncipe Constantinos, fue el primero en moverse, en febrero de 1821, en Moldavia. Poco después, su hermano Dimitri junto a DikaiosPapaflesos, apoyados por la sociedad secreta la Heteria, contarían con más apoyo civil y militar, y definitivamente, TheodorosKolokótrumi, y su triunfo en el desfiladero de Duvenakis, en 1822, daría la victoria decisiva. Este triunfo permitió la formación de un gobierno provisional y la convocatoria de un congreso en Epidauro, ese mismo año, que iniciaría la independencia del país aunque ésta no sería reconocida hasta 1829.
Luchas y tensiones, anarquía, guerras civiles… la historia contemporánea griega refleja las dificultades de un pueblo por alcanzar una estabilidad. Y, como complemento a tanto despropósito, la injerencia en sus asuntos internos por parte de las potencias europeas representa, por otra parte, una inevitable consecuencia.
Recientemente, un partido de ideología comunista, Syriza, con su líder a la cabeza, Alexis Tsipras, desafió el orden establecido en política, para elevar la autoestima de los griegos a través de una campaña que mezclaba de una parte el orgullo y de otra la demagogia. Pero su discurso caló entre los jóvenes, hartos de tanta estrechez y tanto endeudamiento de su país, y este nuevo orador fue elegido para esta nueva odisea griega que, más que un viaje de aventuras, es una huida hacia la estabilidaddeseada.
El nuevo gobierno griego de Alexis Tsipras recogió el hartazgo del pueblo heleno hacia las instituciones europeas que prestaron su dinero y ahora exigen los pagos de la deuda (unos 317 mil millones de euros, de los que el 64 por ciento son de los países europeos y unos 32000 son de España), y hacia los partidos políticos que han llevado al país a esta situación. Pero la realidad es que los plazos se acaban ( Europa ha exigido una respuesta para este viernes), y el dinero falta. Si queda alguna pitonisa en Delfos, la mágica referencia en la que los clásicos confiaban para conocer su futuro, es hora de que este prestidigitador de la filigrana política, Tsipras, consulte a la experta pitonisa porque, de lo contrario, él mismo pasará a formar también parte de la casta.