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LAS SOMBRAS DE LA CONCIENCA, LOS PROPAGANDISTAS DE LA DISCORDIA

Por Honorio FEITO
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honoriofeitogmailcom/12/12/18
viernes 27 de noviembre de 2015, 19:14h
Albert Rivera, líder de Ciudadanos, joven y desafiante aspirante a ocupar la Presidencia del Gobierno de España, en las elecciones que se celebrarán dentro de un mes aproximadamente, es un valor en alza. Le avala el haberse batido el cobre en Cataluña, cuando en Cataluña se estaba cociendo la traición independentista en el caldo de la corrupción. En su contra tiene el haberse apuntado al rol oficial de despreciar lo que no ha conocido, de despotricar indiscriminadamente y de alinearse junto a los que no tienen o han perdido la perspectiva histórica. Porque se puede pensar diferente, pero se deben conocer las circunstancias históricas y asumir los hechos.
Tras pasar por esa plataforma de lanzamiento que es El Hormiguero, que conduce Pablo Motos, Rivera calentó motores ante los convencidos, y ante los que están por convencer, dejando algunas perlas relacionadas con el franquismo, tema inevitable para todo político con aspiraciones, cuya cita requiere una inmediata y atroz descalificación ante la audiencia, según el guion oficial al uso. Rivera pudo haber zanjado la cuestión con energía, pero no lo hizo, y se plegó al guión. Dijo Albert Rivera que vivimos todavía bajo las sombras del franquismo, apreciación más que discutible, sobre todo en alguien que aspira a ocupar la poltrona del Palacio de la Zarzuela; porque las sombras parecen afectar, más bien, a ese ejército de quintacolumnistas infiltrados en las plataformas de propaganda, que tiñen de discordias las relaciones sociales de los españoles, todavía cuarenta años después de la muerte de Franco y casi ochenta y dos años después del inicio oficial de la Guerra Civil ( conviene aclarar que la fecha real del inicio de la Guerra Civil fue octubre de 1934, cuando los socialistas intentaron un golpe de Estado contra el régimen republicano, que ahora tanto añoran).

Porque el señor Rivera, nacido según su biografía oficial en 1979, no ha vivido bajo el régimen del general Francisco Franco, y por lo tanto, la experiencia personal que él pueda tener sobre aquella etapa de la Historia de España (aunque algunos no quieran creer que forma parte de la Historia de España), es nula, y el conocimiento que pueda haber adquirido habría podido ser a través del estudio de los datos y los documentos históricos que se guardan en archivos y hemerotecas. Es una obligación para toda persona, que se precie de querer conocer la realidad de su país, estudiar la Historia.

A los políticos que caen en los errores de Albert Rivera –que son la mayoría- , se les podría pues tachar de necios, envidiosos y mentirosos, ateniéndonos a las definiciones que da el Diccionario de la RAE.

Albert Rivera debía saber que antes de acabar la Guerra Civil de 1936-1939, Franco dispuso de varios paquetes de medidas, a través de decretos y del entramado sistema jurídico del momento, para la regeneración de España, lo que permitió que en 1979, año en que nació el señor Rivera, España ocupara un puesto destacado entre los países desarrollados, mientras el terrorismo etarra teñía de sangre las calles de nuestras ciudades, sembrando el dolor entre la población.

El logro alcanzado bajo el régimen de Franco no fue un tiempo de rosas y mieles. Entre 1941 y 1957, se implantó una auténtica reforma laboral y social gracias a la tarea de José Antonio Girón de Velasco, ministro de Trabajo durante esos años, cuyo objetivo era la consecución de la justicia social, que forma parte del ideario falangista, y cuyo final no era otro que otorgar a la clase trabajadora la dignidad, el respeto y el bienestar de que gozó, incluso después de la muerte de Franco.

La Ley sobre Reglamentaciones de Trabajo, en 1942, que sería el antecedente de las Ordenanzas Laborales y del reglamento de los Convenios Colectivos de Trabajo de 1958. La Ley del Contrato de Trabajo, que se mantuvo vigente hasta 1980. La creación de las dos pagas extraordinarias. La exigencia a las empresas el Certificado de Estudios Primarios para la contratación de un trabajador, como medio para acabar con los analfabetos en la sociedad. Regular el Subsidio de la Vejez, antecedente de la Seguridad Social; El Decreto sobre la prestación de viudedad; las Magistraturas de Trabajo; la Ley de Mutualidades. Se crearon las Universidades e Institutos Laborales para los hijos de los trabajadores sin recursos, a los que se facilitaba la manutención y la vestimenta durante su estancia. Se crearon los Jurados de Empresa y se reguló la participación del trabajador en los consejos de administración de las empresas que adoptaron la forma jurídica de sociedad, entre otras medidas que fueron dando consistencia al régimen y estatus a los trabajadores tanto en el orden social como en el económico y se alcanzó el mayor nivel de prosperidad económica y social de que ha gozado España en aquel periodo.

La etapa de la que abomina el señor Rivera, tal vez –sólo tal vez- futuro presidente del Gobierno, España pasó de ser un país en ruina física, y arruinado económicamente por diversas causas, pero también por lo que se llevaron “los demócratas” (¿conoce el señor Rivera el asunto del tesoro del Vita), a ocupar un puesto de relevancia entre los países industriales en el mundo; mérito de Franco, y también de los españoles que se dejaron de revanchismos y revisionismos históricos y se pusieron a trabajar y a vivir en paz.

Desde que Franco ocupó la Jefatura del Estado hasta 1970, un lustro antes de su fallecimiento, utilizó quince equipos ministeriales con un total de 90 ministros. De ellos, 25 fueron militares, algunos además con títulos universitarios; 5 marinos; 31 abogados, algunos letrados del Consejo de Estado y 5 abogados del Estado; 11 ingenieros, 11 catedráticos; 3 economistas; 1 funcionario público; 1 inspector técnico fiscal; 1 doctor en Historia y 1 diplomático.

Que hurgue el señor Rivera en la Historia para su conocimiento y para, desde su puesto actual de aspirante a ocupar la Presidencia del Gobierno, tapar la boca a esta pandilla de celosos propagandistas de la discordia para que, si llega a su objetivo, los españoles puedan cerrar una página de la Historia y pensar en el futuro.
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