Por
Honorio FEITO
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honoriofeitogmailcom/12/12/18
lunes 22 de enero de 2018, 18:13h
Rodrigo Rato le ha cantado las cuarenta a los del gobierno de Mariano Rajoy, sus otrora compañeros de partido, no sé si de ideología; Nada menos que cinco de los actuales ministros, y la vicepresidenta Soraya, han salido tocados de la intervención del ex vicepresidente, la semana pasada en el Congreso y, lo que es más llamativo, que los observadores y analistas, los especialistas, en suma, no le han quitado la razón a Rato. Una cosa es que esté implicado en algunos asuntos, como el de las tarjetas, que habrá que ver, y otra es que tenga razón en lo que dice. Al pan, pan y al vino, vino. Rato no se ha mordido la lengua para aplicar las reglas del juego, aunque algunos se pregunten por qué no lo dijo antes. Ya decía el Conde de Romanones que discutir gratis, o sea, sin un alto fin, es el mayor despilfarro que un hombre puede hacer de su talento y de su tiempo.
O sea, que hay que saber esperar la ocasión, y el momento de Rato llegó el otro día, cuando compareció ante la comisión que estudia la crisis financiera. Rato proveyó argumentos a los críticos con el gobierno, con Mariano Rajoy y con el gobierno que dirige, y dejó una estela de su capacidad oratoria, la misma con que la que antes fustigaba las conciencias socialistas, durante su etapa dulce como miembro del otro gobierno del Partido Popular, el de Aznar. Sus acusaciones a algunos de los actuales ministros no han caído en saco roto, aunque de Guindos se saliera por la tangente frente a los periodistas, y Montoro… bueno, Montoro qué quieren que les diga… y Soraya no está, no está para bollos.
Otro de los sucesos, anterior, pero que también tiene lo suyo, es la famosa rueda de prensa de los coroneles de la Guardia Civil tras la detención de El Chicle, el presunto homicida de Diana Quer. Quede clara mi admiración por la Guardia Civil, de la que creo que no soy nada sospechoso. Pero los periodistas que hemos hecho sucesos, en algún momento de nuestra vida laboral, sabemos de la discreción que tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional hacen gala, que resulta hasta necesaria para su trabajo. A mí, la rueda de prensa me pilló de viaje, de regreso a mi casa tras recibir el Año Nuevo, por lo que me hizo esa hora y pico más entretenida y liviana, mientras me preguntaba qué habría detrás de ese montaje. Horas más tarde, cuando vi por televisión las imágenes de la rueda de prensa aún me causó más extrañeza, porque allí no sólo estaban los coroneles, sino también sus hombres, los guardias, los que han hecho el trabajo incesante de atrapar al principal sospechoso - ahora, junto a su mujer, por encubrimiento-.
He creído ver, en esta aparición ante los medios de los dos coroneles de la Guardia Civil, la mano siniestra -¡sin coñas, eh! - de algún político, rentabilizando la operación de la Benemérita. No sería la primera vez. Allá por los comienzos de la Transición, unos pescadores canarios fueron apresados por el Frente Polisario (muchos jóvenes de hoy no saben qué fue el Frente Polisario). Su liberación, algún tiempo más tarde, desató una auténtica campaña por parte de los sabuesos de la UCD, el partido de Adolfo Suárez, entonces en el poder, para hacer que la liberación de los pescadores (que fueron traídos a Madrid, y no a Las Palmas, a donde viajaron tras las fotos), se relacionara con el partido en el poder.
Y en otra ocasión, durante un mundial de fútbol y tras un gol de Butragueño, la pantalla de la televisión oficial de los españoles, que retransmitía el partido, también recogió una pifia del PSOE, el de Felipe González, también para hilvanar un acontecimiento con la firma.
¡Ay! ¿de qué no serán capaces los políticos…?
La exitosa investigación sobre la desaparición y homicidio de Diana Quer -los resultados de la autopsia que se han filtrado ya fijan el asesinato por estrangulamiento como causa de la muerte de la joven madrileña- se nubla frente a otros casos de otras jóvenes aún sin resolver. Uno de los coroneles ya lo apuntó. Las nuevas disposiciones legales que se están debatiendo; la falta de personal con la reducción por costes de las plantillas; la distracción de los recursos (todo esto lo digo yo, no el coronel), para atender otras necesidades, no facilitan precisamente la gestión policial. Pero la comparecencia de Rodrigo Rato puede ser la punta de un iceberg que se tornará contra el gobierno de Rajoy y contra el Partido Popular como otro iceberg se tornó, y de qué manera, contra el Titanic. Pero no den a Rajoy por acabado. El que alguno de los suyos ande enredando por ahí se puede interpretar como un síntoma de debilidad del partido, que no del Presidente.