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POLÍTICA

Se refería Melchor Fernández Almagro, en su libro sobre la Historia de la Segunda República 1931-1936, a las prosaicas palabras pronunciadas por los promotores de aquel régimen, allá por los años 30, tras los fallidos sucesos de Jaca y su continuación en Cuatro Vientos, y afirmaba el escritor que tales palabras parecían haberse vuelto contra ellos mismos apenas dos años más tarde: Surge de las entrañas sociales un profundo clamor popular que demanda justicia, y un impulso que nos mueve a procurarla…” Es probable que algo parecido les esté pasando a los que han pretendido llevar a la aprobación del Congreso de los Diputados un nuevo proyecto de ley de Memoria Histórica que supone una vuelta de tuerca más a la cordura, a la paciencia y al sentido común.
Invitado por la asociación cultural Viento del Norte, que periódicamente celebra conferencias, encuentros y otros actos en Luarca (Asturias), acudí el pasado 26 de enero a la Casa de la Cultura de aquella localidad cantábrica, capital del concejo de Valdés, para hablar del que fue magistrado del Tribunal Supremo, en tiempos de la Segunda República, don Eduardo Iglesias Portal. Hasta hace unos meses, apenas nadie sabía quién era Iglesias Portal. Ahora, gracias a los artículos de Enrique de Aguinaga, de José María García de Tuñón y míos, el lector tiene referencias en Google para satisfacer, al menos, un primer requerimiento.
Rodrigo Rato le ha cantado las cuarenta a los del gobierno de Mariano Rajoy, sus otrora compañeros de partido, no sé si de ideología; Nada menos que cinco de los actuales ministros, y la vicepresidenta Soraya, han salido tocados de la intervención del ex vicepresidente, la semana pasada en el Congreso y, lo que es más llamativo, que los observadores y analistas, los especialistas, en suma, no le han quitado la razón a Rato. Una cosa es que esté implicado en algunos asuntos, como el de las tarjetas, que habrá que ver, y otra es que tenga razón en lo que dice. Al pan, pan y al vino, vino. Rato no se ha mordido la lengua para aplicar las reglas del juego, aunque algunos se pregunten por qué no lo dijo antes. Ya decía el Conde de Romanones que discutir gratis, o sea, sin un alto fin, es el mayor despilfarro que un hombre puede hacer de su talento y de su tiempo.

José María García de Tuñón

Fue Pepe de las Heras autor del libro José Antonio el hombre que todos convirtieron en mito, quien me dijo que visitara su Facebook. Un día lo visité y me encontré con la sorpresa de la pequeña biografía que Juan Manuel Cepeda le hace a Rafael Arias de Velasco, que después vi también publicada en el Facebook de la Hermandad de los Defensores de Oviedo. Como para nada estaba de acuerdo con lo que en ella se decía, y que reproduzco a continuación, escribí lo que yo pensaba sobre el particular y que también reproduzco más adelante.


MEMORIA AZUL.

Por Juan Manuel Cepeda.
(FALANGE ASTURIANA. PRIMERA LÍNEA).

RAFAEL ARIAS DE VELASCO Y SARANDESES.
La disolución de las Cortes, por parte del Presidente de la II República, Niceto Alcalá-Zamora, y la convocatoria de nuevas elecciones, celebradas en primera vuelta el 19 de noviembre de 1933, supuso la derrota de la coalición republicano-socialista y el triunfo de la derecha no republicana cuyo partido más votado fue la CEDA de Gil Robles. A aquellos comicios electorales acudió Falange Española, presentándose el aspirante, José Antonio Primo de Rivera, por el distrito de Cádiz. José Antonio obtuvo su acta de diputado a Cortes con un total de 49.028 votos; su credencial fue la número 173, y su acta fue dada de alta en la nueva cámara resultante el 30 de noviembre de 1933. Prometió su cargo de diputado el 28 de diciembre de aquel mismo año. En la ficha del Congreso de los Diputados figuran, además, su fracción política como independiente y su profesión de abogado.
Si existiera España, una multitud estaría cercando a estas horas el Palacio de la Moncloa para exigir a Mariano Rajoy que, antes de que inicie su viaje al extranjero, acabe de una vez con el asunto de Cataluña. Que acabe de una vez antes de que uno de sus ministros, Luis de Guindos, proceda a negociar la deuda, aquel asunto que planteó Arturo Mas, en 2012, pero que el Gobierno de Rajoy de entonces rechazó de plano porque, según ha explicado De Guindos al diario británico Financial Times, la situación de España no estaba para estas cosas; pero ahora que hemos orientado la Economía, sí, ya se puede hablar. ¡Acabáramos!
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